Cuando en la tierna infancia, en esa época en que el mundo era más fácil, más amable y risueño, descubriste tu primer botón de madera, paseaste por su superficie los diminutos contornos de tus dedos, te imaginaste de dónde provenía aquel objeto que, insertado en las ropas de tus padres o en el abrigo nuevo que te obsequiaron, desafiaba tan abiertamente a tu imaginación.
¿Cómo podía ser que alguien hubiera invertido con tanta meticulosidad su tiempo y esfuerzos? Los botones de madera nunca pasaron desapercibidos, siempre estuvieron ahí
para mostrarte que todo cuanto había sobre la faz de la Tierra podía ser labrado con maestría. En la actualidad ejercen un influjo diferente, son producidos en cantidades ingentes, con maquinaria de última generación; no obstante, a diferencia de lo que ocurre con objetos fabricados con materiales sintéticos, los botones de madera siguen despertando la fascinación de propios y extraños.
Nunca pasarán de moda, así como nunca ha pasado de moda el beber unos sorbos de agua para saciar la sed; lo llevamos en el alma, los botones de madera siempre serán especiales, siempre serán hermosos, siempre desplegarán la gama de sus hechizos sobre nuestros obnubilados ojos. Existe un lugar en el que podemos desatar nuestras más recónditas fantasías de la infancia; un mundo en el que la materia ha trascendido la opacidad, el aburrimiento de la cotidianidad; un paraje en el que diestras manos artesanas han hecho trascender el concepto del encanto; un lugar en el que se puede soñar despierto sin temor a hacer el ridículo; el mundo de Pandahall.
Si todavía no te has decidido por algún botón en particular, deja que la suerte elija por ti, encarga un paquete de botones elegidos al azar. Así dejarás que tu niño interior se divierta extrayendo de la caja botones de madera que jamás creyó que pudieran existir. Y, lo más importante de todo, permite que juegue por un largo rato, libre de las grisáceas barreras a la imaginación que establece la edad. Si ha tenido la suerte de encontrar un corazón de madera con dos agujeros en su centro, podrá imaginar algún personaje en cuyo pecho pueda trasplantar tan inusual órgano vital. O quizá atravesar con la mirada los dos agujeros en la madera que permiten vislumbrar la tierna ensoñación de lo que está al otro lado.
Cuanta mayor candidez (que en el mundo actual es considerado un error fatal) mejor, cuantas mayores emociones se viertan sobre la estructura interna de los botones de madera mayor será la calidad de las fantasías disfrutadas. Pero ten cuidado, hay un mundo real esperando que regreses a él, no puedes darte el lujo de dejar que tu niño interior se solace en un divertimiento si tiempo ni espacio. Es mejor sacarles provecho brindando a otros la oportunidad de dejar en libertad, aunque sea por unos breves instantes, a esa parte de ellos que yace dormitando muy dentro de sí mismos. Extiéndeles la palma de la mano, con un montoncito de botones de madera extendidos sobre ella, y verás cómo poco a poco se van adentrando en ese lugar fantástico del que tú ya formas parte.
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